Los primeros ‘síntomas’ de la crisis económica en la salud pública han empezado a hacerse patentes a través de un aumento del número de consultas por ansiedad y depresión y en cambios desfavorables en el patrón de consumo de alimentos (sustituir alimentos frescos por otros menos saludables).
La catedrática de Economía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Beatriz González ha explicado, en el marco del XXI Congreso de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), que los efectos de la crisis en la salud de los ciudadanos se empezará a notar a medio plazo, si bien los mayores problemas se darán en los países en desarrollo.
Ha expuesto que la crisis tendrá un impacto perjudicial en la salud de las personas, sobre todo en los colectivos con menos recursos, y para evitar esto ha demandado a las administraciones un esfuerzo para disminuir las desigualdades sociales y proteger a los más desfavorecidos.
Ha instado a los gobiernos a evitar que "el desempleo se asocie a un empeoramiento de los estilos de vida" y ha abogado por fortalecer el Estado del Bienestar.
La profesora ha defendido la necesidad de mantener el sistema de protección social pese al "riesgo" de aumentar el déficit público español, que aumenta en 800 millones de euros al día, según ha indicado.
Beatriz González intervino este viernes en la clausura del congreso que SESPAS ha celebrado en Sevilla esta semana y que ha concluido con un manifiesto en el se urge a las autoridades a que tengan en cuenta la salud de la población a la hora de tomar decisiones y que deje de ocupar un lugar marginal en las agendas político-institucionales.
También demandan que se refuercen las políticas sociales para disminuir el impacto de la crisis en la población más afectada y abogan por promover un nuevo modelo económico alejado del "desarrollo depredador e insostenible".
En este sentido, el manifiesto advierte de la "amenaza real" que supone el cambio climático para la salud pública, ya que reaparecerán enfermedades ya erradicadas, y piden un compromiso de gobiernos, empresas y ciudadanos para reducir sus efectos.
Asimismo, llaman la atención sobre la "creciente medicalización de la vida cotidiana" por el papel que juegan la industria de medicamentos y tecnologías sanitarias, lo que dispara los costes sanitarios y no se traduce en una mejora de la salud.
Por tanto, reivindican reorientar los servicios hacia la promoción de la salud y la prevención, y para ello hay que acometer "transformaciones drásticas" en las relaciones entre la administración sanitaria y los profesionales de salud, por un lado, y la industria por otro.
Las actuaciones sanitarias deben orientarse a las necesidades de la población, reduciendo el consumismo, la medicalización y la iatrogenia (problemas generados por los servicios sanitarios) concluye SESPAS.
Via: elconfidencial.com
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